Siempre he sido una persona altamente sensible. Desde pequeña, sentía un profundo amor por la vida, sin importar cuán diminuta fuera. Los animales siempre han sido mi gran pasión, y no podía evitar llevar a casa aquellos que necesitaban cuidado y protección. , una costumbre que aún mantengo hasta el día de hoy.

la salud y el bienestar siempre han despertado mi interés. De manera natural siento una profunda empatía con mi entorno, conectando con quienes me rodean y preocupándome por su bienestar. Para mí el equilibrio no es solo físico, sino también emocional y energético. 

Mi vida cambió por completo cuando descubrí la terapia craneosacral. Fue un antes y un después, un despertar que me hizo comprender aún más mi sensibilidad. Al posar mis manos sobre una persona, sentía de manera intuitiva dónde debía actuar. Percibía bloqueos, tensiones y el lenguaje sutil del cuerpo pidiendo equilibrio. Me fascinó la manera en que un toque suave podía generar cambios profundos, cómo el cuerpo respondía cuando se le ofrecía el espacio y la escucha que necesitaba. Me enamoré de la técnica y de su capacidad para restaurar la armonía sin invadir ni forzar, respetando los tiempos y necesidades de cada persona.

Ese descubrimiento marcó el inicio de un camino que sigo recorriendo con pasión. Decidí formarme en homeopatía y terapia floral, explorando nuevas herramientas para abordar la salud de manera integral. Con cada aprendizaje, he comprendido que la sanación no es solo física, sino también emocional y energética, y que cada persona necesita un enfoque único y personalizado.

Hoy sigo en constante evolución, aprendiendo cada día, nutriéndome de nuevas disciplinas y experiencias. Mi compromiso es acompañar a quienes buscan sanar, reconectar consigo mismos y encontrar equilibrio en su vida. Para mí, la sanación es un proceso de escucha profunda y respeto, un viaje donde el cuerpo, la mente y el alma encuentran su propio ritmo para restaurar su armonía y bienestar